Estoy nerviosa. No sé por qué.
Tengo esa desagradable sensación de ansiedad en el estómago que te obliga a estar alerta. Todavía no sé lo que es, pero percibo que algo ronda a mi alrededor.
Quizá sólo sean rumores u opiniones, filias o fobias y nada concreto, pero no estoy tranquila. Percibo la adrenalina de los demás a kilómetros.
La mirada que es capaz de describir una situación. Y la risa forzada que es un insulto.
No me gusta la calma, siempre precede a la tempestad.
He aprendido a utilizar estas sensaciones para prevenir el conflicto.
Me repliego y observo para comprobar si se materializan mis sensaciones. También he aprendido que en general, si percibes tensión en aquellos que forman parte de tus competidores, tenga la competencia la forma que tenga, es que aún mantienes alguna posición de ventaja. Si no fuese así, estarían felices como lombrices.
Un adversario condicionado emocionalmente es un enemigo débil. Así, sólo hay que dejar que se manifieste. La proactividad en estos casos no es aconsejable.
Mantén la honestidad, pero adecua el entorno para facilitar sus errores
Observa y resiste para ganar.
Sólo se obtiene la victoria si se posee la voluntad de vencer, la capacidad y la posibilidad de actuar.
Y siempre es necesario esperar el momento adecuado.
lunes, 5 de noviembre de 2007
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2 comentarios:
Parece de un manual de Samurais, maja!!! Per tienes mucha razon, a veces esas sensaciones dan miedo...prefiero no pensarlo.
Ah! y mantente alerta.
Dont worry, si se mueve la calma chicha grita que vamos pa'lla!!!!
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