martes, 22 de enero de 2008

Seguridad

A veces dudo de que vivamos realmente en un Estado de Derecho.

No voy a revindicar ningún derecho feminista al aborto ni nada por el estilo, pero realmente ha habido algo que me ha preocupado en estos días en relación a las diligencias abiertas en esas clínicas. El hecho de que la guardia civil tire por orden judicial de un listado con información médica, que siempre es de carácter privado y se presente en las casas de la gente con las citaciones alegando abiertamente la causa me parece brutal. Sobretodo teniendo en cuenta que a pesar de lo que la gente diga, todavía existe un gran porcentaje de abortos por causas sociales, y mal que le pese a nadie, en este caso procedentes del sector más conservador de la sociedad. No creo que ninguna mujer realmente progresista aborte por el miedo al rechazo social.
Hijos de madres solteras que sobreviven.

Resulta desalentador que ese miedo al rechazo provoque tantas muertes en el mundo.
Ok a la defensa de VIDA como primer bien que proteger. Pero, ¿no deberían pensar todos aquellos que se desgañitan con guitarras en ristre en no juzgar monolíticamente a las mujeres que desgraciadamente se acogen a la solución que no lo es? Es fácil manejar estereotipos femeninos llenos de maldad y de frivolidad. ¿Y los hombres que se protegen llevando a sus parejas o a sus hijas al matadero? No defenderé nunca un aborto provocado, pero en lugar de impunes e inservibles juicios morales de orden social, ¿por qué no piensan que esas mujeres asustadas NO QUIEREN ABORTAR, y en realidad “solucionan” la vida las personas de su entorno, pero jamás a si mismas? No hacer sufrir a quienes más quieren, progenitores, parejas u otros hijos. Familias enteras que se liberan silenciosamente del absurdo terror a la vergüenza social, a costa del terror cierto en la oscuridad de la noche, o al mirar a un bebé, o al pensar en la propia muerte.

Y clínicas preocupadas de hacer caja.
Personas que abandonarán a la mujer que erró, tanto si aborta como si no lo hace.

El aborto es la muerte, es un error sin retorno, es la tragedia oculta que mata al hijo y destroza a la que no fue madre víctima segura del síndrome traumático post-aborto.
Y la tragedia que pretenden ignorar todos aquellos que se benefician de ella. Una vez “resuelto” el problema, nunca existió y ”aquí no ha pasado nada”

Que pague quién deba pagar por el delito, pero pienso si alguna de estas mujeres se habrá encontrado una citación de aquellas, recibiéndola justo en el centro del entorno que quizá pretendió defender... ni siquiera puedo imaginar las consecuencias.

Aunque citadas como testigos, e incluso más allá de la confidencialidad de los datos clínicos, ¿no deberían haberse visto al menos protegidas por una especial “presunción de inocencia” hasta que se demostrara lo contrario?

Son personas que siempre necesitan ayuda..

No existe tal presunción, y una vez más, las mujeres que han abortado no merecen contemplación alguna. Así es la hipocresía legislativo-ejecutiva y social: flexibilicemos la ley, demonicemos a quienes se acogen a ella.

Como ovejas al matadero, sacrificadas “por el bien del resto” y desprotegidas por todos de por vida.

Además, no puedo dejar de pensar ¿qué datos podrán ser utilizados en nuestra contra ahora o en el futuro? Asociaciones, afiliaciones, intereses, errores y aciertos, amores y fracasos, ADN, VIH...

Vivimos confiados en el SISTEMA.... ¿pero sabemos quién es?

jueves, 10 de enero de 2008

Cosas buenas

Parece mentira....cuando menos tiempo para dedicar a mi blog es precisamente en vacaciones. Menos mal que este año no he hecho ningún plan exhaustivo de actividades, porque si no ahora estaría deprimidísima. Así que estoy relativamente satisfecha de los resultados, básicamente me satisface que no he parado, aunque no sé realmente cual ha sido mi grado de productividad navideño. Menos mal que en vacaciones no debemos preocuparnos de esas cosas.

Además tampoco he alcanzado los 60 kg (de momento). Es decir, no he engordado, cosa que para mi satisfacción, me han reprochado abiertamente y con muy mala cara el día que volví al trabajo.

Y no me he peleado con mis papis (¡¡¡¡¡!!!!), ni he sufrido ninguna crisis de pareja de esas tan frecuentes en estas fechas y tan destructivas.

Y mis enanitos manifiestan sin tapujos que ha sido una Navidad genial.

Ahora sólo adolezco de una pequeña debilidad. Es que siempre espero algo enriquecedor y excitante del nuevo año.... esa sensación primaveral que recordaréis de vuestra adolescencia: “algo va a pasar, algo va a pasar”.
En realidad nunca pasaba nada.

En fin, si lo pienso con cuidado, repasando los últimos acontecimientos, yo creo que debería abandonar el formato “culebrón” de los últimos tiempos por algo más sosegado, para variar.