Me siento fatal. Toda la vida trabajando para alcanzar la perfección y no me queda más remedio que reconocer mi estruendoso fracaso. Al menos he conseguido mantenerme por debajo de los 60 kilos, pero por lo demás.... Creía que estudiar Teleco en los 80 era un síntoma de futuro esperanzador, y creía que obedecer a papá me aseguraría un bienestar emocional razonable.
Pues nada de eso... al revés, esto es un desatre. He pasado a ser una joven promesa a convertirme en una vieja (¡qué horror!) gloria sin enterarme, y encima tengo que cargar cada día con el resultado de una ineficiente gestión de mis propias expectativas. Eso sí, la transformación se ha producido en el corto intervalo de seis años, periodo en que he tenido a mis tres hijos, los que gracias a Dios, aún me encuentran maravillosa y única. Por poco tiempo claro, pero al menos cuando llegue el momento en el que se empiecen a avergonzarse de mi y a caminar cinco metros por delante no sea que los relacionen conmigo, ya estaré acostumbrada a manejar decepciones. Además, los comprenderé perfectamente, creo.
El padre de las criaturas también me encuentra única, pero creo que no maravillosa... y yo, yendo sin parar al gimnasio...
Es agotador, porque luego encima de todo esto, tengo que hacerme la lista sin parar en el trabajo, no sea que sospechen que estoy bajando la guardia y ya no sólo vayan apareciendo jefes -hombres- treintañeros guapetones a mi alrededor de vez en cuando, sino que aparezcan a mogollón, cual avalancha. Cosa que espero suceda de un momento a otro... Total, estoy a punto de cumplir los cuarenta...
Pero ya me da igual, hijos míos... He pensado que este es el momento en que una mujer se convierte en un ente invisible para el resto de la sociedad, y seguramente será mi oportunidad.
Soy una rebelde y ahora tengo tiempo... pronto nadie me mirará y entonces no me juzgarán y seré libre por fin.
Lo único que me fastidia es no estar a la altura de la T de Telva. Me revienta no ser una madre de familia numerosa, con marido, risueña, glamourosa y exitosa en el trabajo... Pero bueno, ¡al menos aún no llego a los 60 Kilos!
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1 comentario:
Simplemente genial.
Si Telva leyera esto se dejaba de madres pedorrisimas en sus portadas que resulta aburridisimo e insoportable (a quien le importa que una de veintitantos diseñe sus propias joyas en su propia empresa con el dinero de su propio padre?).
L & E
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