miércoles, 20 de agosto de 2008

De los maduritos y sus vanidades

Sería de esperar que a lo largo de la vida fueramos haciéndonos paulatinamente más conscientes de nuestra propia realidad y circunstancias. Para nada. En esto somos iguales hombres y mujeres, pero los hombres más. Esto se debe a la vanidad masculina, que como se sabe es genética y en general resiste incluso el paso de los años, con lo difícil que es.

Cuando la vanidad no aparece es casi peor, porque un hombre endeble psicológicamente lo pasa fatal, y no gusta a nadie. No es esta una sociedad generosa con lo débiles.

Pero volvamos a la mayoría, a los que se encuentran eternamente estupendos a pesar de todo.

Yo, ahora que ya tengo forty me las tengo que ver con el segmento sin duda más enloquecido del ser humano masculino: aunque parezca mentira, los de cuarenta y.... .

Me resulta sorprendente que, no digo ya que les des calabazas, sino que cuando no claudicas ipso-facto aterrizando en sus brazos sobre la marcha, van y se cabrean.

En gente tan adulta, tal falta de deportividad me parece alucinante. Tras un tiempo mínimo de galantería generalmente bastante poco original, si tu natural es cordial y no les insultas inmediatamente, asumen y aquí aparece la vanidad, que lo tienen chupao. Alimentan esta idea alegremente, sin tener para nada en cuenta tus características personales reales y no las que se imaginan - poneos en mi lugar, 40, separada y hasta hace nada rubia platino... ¡lo peor!- y al final atacan seguros de la victoria.

Si no fuese así, ni lo intentarían claro, nada de exponerse.

Y claro, se sorprenden un montón, y luego van y se cabrean. Y no hay quién les aguante, encima.

Chicos, un par de cositas:

Primero: en el mejor de los casos, no le puedes gustar a todo el mundo... y en el peor, ¿te has mirado al espejo?

Segundo: ¿ofreces algo que a mi me interese? ¿por qué me va a apetecer tener sexo contigo, a ver?

Tercero: estás casado y yo lo sé

Cuarto: tienes delante una mujer adulta libre y con voluntad propia. Decido qué quiero, cuándo, cómo y con quién

Conclusión: Valora tus opciones. Para obtener la victoria hay que trabajar un poquito más, o si no conformarte bajando el listón.

Bien mirado eso es exactamente lo que hacéis camuflándolo de cabreo, pero no insultéis que es muy feo.

No habéis aprendido nada

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